Lo que ocurra en el futuro nadie lo sabe (tanto en las oposiciones, como en la economía, como en otro tipo de cosas), a pesar de todo tipo de vaticinios de supuestos expertos. No obstante, una cosa es cierta: el elevado déficit público en España no invita precisamente al optimismo, sobre todo cuando se contempla la raquítica Oferta de Empleo Público nacional de este año 2010. Sin embargo, nos atrevemos a aventurar algunas predicciones:
1.- Es evidente que no se va a reducir de forma proporcional en todas las categorías de funcionarios. Mientras aspectos de la intervención del estado como obras públicas, agricultura, medio ambiente, puede verse reducido el número de funcionarios, no parece previsible que en la sanidad o en la seguridad se vaya a hacer lo mismo.
2.- Se incrementará la promoción interna. Es más fácil desvestir a un santo para vestir a otro, que comprar vestidos a los dos. Aunque incrementa el gasto público siempre lo hace en mucha menor cuantía que con plazas de nuevo ingreso.
3.- Es posible que se incremente el debate sobre la más que necesaria racionalización y despolitización de la función pública española. El elevadísimo número de altos cargos y el despilfarro autonómico son lastres de la administración pública, llevando aparejado un número artificial de funcionarios cuya única función es aumentar la burocracia, muchas veces con el fin de justificar el número de cargos elevados, siendo por otra parte más que evidente, la falta de funcionarios en determinadas áreas y servicios.
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